[Este es un artículo que publiqué hace más de un año, en otro blog que ya no existe más. Pero como el tema sigue siendo relevante, y algunas de las ideas que menciono aquí son temas que quiero revisitar en los próximos días, se me ocurrió que sería buena idea rescatar este artículo.]
Últimamente se escucha cada vez más y más de los beneficios o perjuicios de la “nube” – the Cloud – y por todos lados la presentan como la gran promesa computacional del futuro, o en su defecto, como simplemente una moda más que pasará dentro de unos meses trayéndose abajo una serie de nuevas empresas que están trabajando en ella.
Creo que vale la pena elaborar un poco la idea de la nube computacional o de la computación en nube para tratar de empezar a entender su potencial y lo que se puede hacer con ella. Es una locura abstracta, pero bien puede significar que reconceptuemos muchas cosas de nuestro uso de la tecnología – si es que no lo hacemos ya. La idea de la “nube” es básicamente la idea de que, en algún momento, será posible y hasta deseable que toda nuestra información esté en Internet, de una u otra manera. Que esto termine siendo más práctico/útil que tener la información en discos duros o redes locales, como hemos estado acostumbrados en los últimos años. Conforme hasta las refrigeradoras están conectadas a Internet, y conforme la capacidad de procesamiento y almacenamiento masivo alcanza cada vez nuevos límites por el lado de los servidores, parece empezar a tener sentido esta idea: la “nube” ofrece la posibilidad de acceder a mi información desde cualquier computadora o dispositivo con acceso a Internet, y ya no tengo necesariamente que estar atado a una PC específica para acceder a mis datos.
Ésta es la idea en su forma bastante básica. Un excelente ejemplo de esto son los servicios de Google: quien usa Gmail, por ejemplo, confía en que su correo estará disponible en la nube y que puede acceder a él desde cualquier computadora, y ya no es necesario tener una copia local (obviamente la nube no es perfecta: hace unas semanas escuchamos de la tragedia que significó que Gmail cayera por unas horas). O también, uno puede acceder a sus documentos desde cualquier PC con Internet y navegador utilizando Google Docs.
Ahora, la nube cada vez está permitiendo hacer cosas más y más complejas, y también más y más interesantes. No se trata solamente de que ahora puedo tener mis documentos y mi correo permanentemente en la nube (como si eso fuera poca cosa), sino de que puedo utilizar la nube para montar todo tipo de aplicaciones. Amazon ha lanzado hace unos meses una serie de servicios web que permiten a cualquier persona montar sus propios servicios sobre la granja de servidores de Amazon – en esencia, sobre la nube. En otras palabras: Amazon ha abierto la puerta para que cualquiera pueda crear y correr sus propias aplicaciones web, de una manera fácilmente administrable y a un costo accesible (Amazon sólo cobra por en función a los recursos utilizados). Ya no es necesario, para operar grandes servicios, hacer grandes instalaciones tecnológicas e implementaciones excesivamente complejas, sino que ahora, usando los Amazon Web Services yo mismo puedo montar el servidor desde el cual correr mi servicio y pagar sólo por lo que uso. La “democratización” que esto significa en términos de infraestructura es enorme.
El ejemplo que me llevó a escribir esto: una guía publicada por Dave Winer sobre cómo utilizar los servicios de Amazon para montar tu propio servidor, todo en menos de una hora. La guía de Winer está escrita (en inglés) de tal modo que permita seguir el proceso de una manera muy sencilla -permitiendo que muchas más personas, de querer hacerlo, puedan de manera simple montar su propio servidor utilizando la nube de Amazon. Bajo costo, simple implementación, grandes posibilidades.
(Imaginen la manera como un recurso como éste nivela el campo de juego para empresas que no tienen gigantescos presupuestos para implementar servicios y aplicaciones web – piensen, por ejemplo, en la manera como esto podría servir a las empresas peruanas a brindar servicios globales.)
Por supuesto, la misma nube que corre la cosa detrás de cámaras nos da nuevas posibilidades a nivel de usuario. Hoy día descubrí, y estoy afanadísimo, MixTape.me. MixTape.me es un servicio en la web para escuchar música en línea similar a muchos otros: uno busca nombres de artistas o canciones y escucha la música directamente desde la nube, sin tener que descargar ningún archivo ni instalar ningún programa. MixTape.me tiene además la gracia de que permite muy fácilmente ordenar las canciones en listas de reproducción, publicar estas listas y acceder a las lista de otros usuarios, con lo cual se hace muy fácil encontrar recomendaciones de música que podría gustarnos. Lo interesante de la nube en este caso, es que nos obliga a la pregunta: ¿entonces para qué queremos miles de archivos MP3 en el disco duro, si todo podemos encontrarlo fácilmente en la nube? ¿Estamos yendo en esta dirección?
Por ahora, sí y no. Por un lado suena genial la idea de que – imaginando, por ejemplo, un dispositivo móvil permanentemente conectado a Internet, que es algo que ya existe hoy – puedo jalar toda mi música directamente de la nube sin tener que preocuparme por sincronizar dispositivos o de estar ordenando colecciones de archivos. Pero, por otro, hay una cierta inmediatez y cotidianidad en tener mis propios archivos, ordenarlos a mi gusto y demás. Quizás sea un fetiche, o solamente la costumbre, pero no deja de parecer más cómodo, y también más seguro, tener mis propios archivos en mi propio disco duro. No deberíamos dar el salto de entregarnos a la nube tan fácilmente: a pesar de que ofrece muchas posibilidades, también debemos pensar con cuidado si es que queremos que toda nuestra información esté por ahí, flotando en alguna parte.